La ansiedad a menudo nos juega malas pasadas y un buen descanso parece no resolverlo. ¿Te sucedió sentir dolencias corporales que normalizás porque hay que ir rápido en la vida?
Mucho se ha escrito e investigado sobre la ansiedad. Quizás también vos has leído gran cantidad de recomendaciones para mitigarla. Aunque lo cierto es que seguimos buscando respuestas externas, acciones compensatorias, o mejor aún soluciones mágicas para mitigar los síntomas y reducir la incómoda ansiedad en el cuerpo. Por cierto, este no es el camino y te contaré por qué.
¿Cómo vivimos hoy?
Si nos preguntamos por qué cada vez más personas sufren de ansiedad elevaday padecen un sin número de trastornos mentales y enfermedades físicas, es sabida la respuesta.
Vivimos en un mundo caracterizado por la prisa y la hiperexigencia, las crisis y la incertidumbre. Un mundo donde el deber ser supera al querer ser y donde la productividad es sinónimo de éxito.
Estamos inmersos en un escenario global donde los cambios se precipitan y nos recuerdan que la vida es cambio, aunque no siempre nos guste cambiar. Nos encontramos en tiempos donde sentimos más incertidumbre y es mucho más difícil sentir la tranquila sensación de estabilidad y control.
Si a este contexto añadimos formas desfavorables de interpretar las situaciones, conductas que restan salud y predominancia de emociones displacenteras, entonces damos lugar a que se encienda la alarma de la ansiedad. Cuando no la oímos se hace escuchar a través del cuerpo.
El cuerpo y la ansiedad enmascarada
La ansiedad es una emoción que nos prepara para afrontar un evento que interpretamos como peligroso para nuestro cuerpo, nuestra estima, nuestro bienestar. Este estado se dispara por un estímulo externo o interno, en ambos casos depende de cómo interpretamos lo que nos sucede.
La ansiedad, en su justa medida nos prepara para la acción. Cuando se eleva por sobre ciertos límites nos envía una señal de alerta, que es cuando decimos «ahora siento ansiedad o estoy nervioso». Acá podemos bloquearnos e incluso enfermar.
A menudo, la ansiedad se presenta sigilosa y se va silenciosa. Pero otras veces se queda más de lo que desearíamos. Cuando se instala y permanece en el tiempova socavando cada parte de nuestra mente y de nuestro cuerpo, como una ladrona del bienestar.
Es bien sabido que la ansiedad puede conformar una psicopatología, por ejemplo trastorno de pánico, fobias, entre otros. Asimismo, sabemos que puede desencadenar enfermedades como la diabetes, colon irritable, úlceras y más.
No obstante, la ansiedad elevada puede presentarse de manera más sutil y casi enmascarada. Se producen cambios corporales de los cuales solo percibimos los que comienzan a cobrar cierto protagonismoen nuestro día. Además de la clara señal de tensión e irritabilidad, la ansiedad puede manifestarse en el cuerpo en un sin número de maneras. Estas son algunas de ellas:
Prestá atención a tu cuerpo ¿Qué sentís?
Presta atención a tus movimientos ¿Qué haces?
Presta atención a tu mente ¿Cómo piensas?
Algunas veces estos síntomas son atribuidos a causas externas como el clima, la situación o el contexto cuando en realidad no son estas sus únicas causas. Es acá donde se produce una elevada tensión no registrada de manera consciente, la ansiedad enmascarada que podrá convertirse en un verdadero problema.
¿Cuándo la ansiedad es un verdadero problema?
Bibliografía:
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